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Atravesar tres cordilleras en bicicleta: el gravel en Colombia llegó para quedarse

Empieza la quinta edición de Transcordilleras, una carrera ciclística por etapas que recorrerá el país por carreteras destapadas. Este evento muestra la vitalidad con la que cuenta esta nueva forma de ciclismo: el gravel.


Después de cruzar Sudamérica en bicicleta durante seis meses, José Fernando Román se dio cuenta de que ya estaba cansado de los eventos ciclistas de corta duración, que solo buscan la competencia y que siempre van o solo por carretera o solo por montaña.


Entonces, junto con tres amigos –Mauricio Ordoñez, Nicolás Serrano y Ricardo Muñoz– que pensaban igual que él, decidieron conseguir una bicicleta de gravel y un carro que les cuidara las espaldas. Así se lanzaron a atravesar las tres franjas montañosas que cruzan de sur a norte a Colombia. 


La cadena montañosa de Los Andes es la más larga del mundo. Atraviesa a Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Chile y Argentina. Su anchura varía, pero va desde los 200 a los 700 km. Y es curioso porque, justo cuando entra a territorio colombiano, la cadena se divide en lo que llamamos las tres cordilleras: la oriental, la central y la occidental.


Estos tres ramales han moldeado la manera en la que se vive en Colombia. Amplían distancias que en circunstancias llanas estarían a un tiro de piedra. Y eso hace que, por ejemplo, pueblos que están a 30 km de distancia en línea recta, pueden suponer hasta seis horas de viaje en carro. 


Cruzar las tres cordilleras en bicicleta no es para nada sencillo. Según el Departamento Nacional de Planeación, Colombia cuenta con 205 mil 745 km de carreteras. El 9% pertenece a vías primarias, el 22% a vías secundarias y el 69% a vías terciarias. De estas últimas, solamente el 9% están pavimentadas.


En un país en el que abunda la combinación entre carretera pavimentada y trocha, la bicicleta de gravel se ha vuelto ideal porque tiene el cuerpo y la apariencia general de una de ruta, pero las llantas son más gruesas. Es un invento que surgió en Estados Unidos a principios de los 2000 y permite ir a una buena velocidad en una carretera, y si quieres, puedes desviarte a una trocha y no tener problemas. En otras palabras: domina la versatilidad. 


Vinculado al auge de esta nueva máquina nació Transcordilleras, un evento de ciclismo de gravel, único en el mundo por el desnivel positivo que le presenta a los ciclistas. La altimetría varía tanto que una etapa puede pasar de los 500 metros sobre el nivel del mar hasta los 4 mil. Lluvia en el páramo, 40 grados centígrados en el valle, niebla, lodo… todo es posible en una sola jornada.


El recorrido total será de 856 kilómetros, divididos en ocho etapas y 19.850 metros de desnivel positivo: el equivalente a subir el Everest más de dos veces, en bicicleta y con equipaje. Es un evento de “bikepacking autoabastecido”, es decir, cada ciclista debe cargar con su equipo: refacciones, comida, ropa para los distintos climas, lámparas, líquidos, entre otras cosas. El recorrido comenzará en Choachi, Cundinamarca y terminará del otro lado de las cordilleras, en Jardín, Antioquia.


En la primera edición –2021- se inscribieron 20 personas. Para esta, que será la quinta, tuvieron cupo lleno con 122. Estas cifras muestran el claro auge del ciclismo de gravel en Colombia. Y, como es de esperarse, a nivel mundial sucede lo mismo. Según The Guardian, las ventas de bicicletas de gravel se duplicaron en 2020 y nuevamente en 2021, lo que implica un aumento del 100% en cada año.


«En Colombia, una carretera destapada te lleva a un pueblo feliz, donde hay comida y vida»


José Fernando Román


Una popular (y no tan nueva) bicicleta 

Jorge Padrones piensa que el gravel es como regresar a los orígenes del ciclismo, cuando no existían carreteras pavimentadas. «No hemos inventado nada. Hemos vuelto al principio. La primera bicicleta de la historia era de gravel”, habla a distancia desde España, su país natal. 


Padrones conoció el ciclismo de gravel durante la pandemia, al igual que muchxs otrxs ciclistas del mundo. Para dimensionar la magnitud del auge de este tipo de ciclismo, hace falta voltear a ver lo que sucede en La Traka, la competencia de gravel más importante del mundo –con recorridos de más de 500 kilómetros y de más de 10 mil metros de desnivel positivo–. Es en España y en el 2019 hubo cerca de 30 participantes. Para la edición del 2024 llenaron su cupo con 5 mil. Un incremento de 16 mil % en solo cinco años.


Para Jorge Padrones, quien desde el 2020 dedica buena parte de su vida al gravel, el aumento exponencial de practicantes tiene que ver con la bicicleta. “Es muy divertido porque puedes improvisar rutas combinando distintos terrenos”, dice.


El aumento de practicantes de este deporte se ha dado principalmente en el norte global. Estados Unidos y España son, hoy en día, epicentros del gravel mundial. Padrones considera a Gerona, España, como la capital del deporte. Es ahí en donde se lleva a cabo La Traka que, junto con Unbound Gravel en Estados Unidos, se consideran los eventos más importantes en el mundo.


Acá en Colombia, Camilo ha notado el aumento tanto en ventas, como en el número de bicicletas a las que les da servicio en la tienda que tiene desde hace 10 años. “Acá de cada 10 bicicletas, 2 son de gravel. Pero hace cinco años no habían”, dice. 


El concepto de gravel es curioso porque puede tener distintos significados según quien lo practique. Originalmente se creó en Estados Unidos, un país que tiene más de 2 millones de kilómetros de vías no pavimentadas. Y allá, la mayoría de esos caminos son de grava compacta. Es ese el terreno que hay entre el de la carretera y el de montaña. Eso es el gravel tradicional, por decirlo de alguna manera. 


Pero acá, en Colombia, la realidad es distinta. Las carreteras de las cordilleras andinas no siempre son de grava compacta. Puede mezclar pavimento, trochas, vías de herradura, caminos coloniales. “Para mí el gravel en Colombia es más como un estilo de montar bici adaptado a la aventura, a estar por fuera de las carreteras principales”, dice Julián Manrique, quien se dedica a este tipo de ciclismo desde hace más de seis años y es, para muchas personas del nicho, el mejor gravelero que hay en el país.


Manrique compite en una modalidad que no se ha disputado todavía este año pero que también promete atraer a ciclistas de todo el mundo: la non stop. Una forma de atravesar ese mismo recorrido trazado por los organizadores, pero sin fragmentarlo por etapas. Aquí, al contrario, los competidores se lanzan a la carretera con el único objetivo de llegar antes que los demás sin importar si eso los obligue a dormir al pie de la carretera, o hacer tramos más largos en un solo día. 


Rodar por un país armado

Además de la especial geografía, Colombia es un país que no ha sabido salir de la guerra interna desde hace más de seis décadas. A pesar de que los acuerdos del 2016 pacificaron muchos territorios, desde hace dos años para acá, el conflicto ha vuelto a escalar en algunos territorios. De hecho, la organización de Trancordilleras planea la ruta evitando las zonas que actualmente están en conflicto.


Hace unos años el periodista Sinar Alvarado iba montando su bicicleta de gravel por el sur del Tolima, en una vereda llamada San Miguel. Entonces se encontró a un hombre que estaba trabajando en el campo. El tipo se sorprendió de verlo ahí, rodando como si nada. Entonces le dijo: “no se salga de la vereda ni para orinar, porque es muy peligroso”. 


El hombre estaba trabajando desmontando minas antipersonales.


Desde 1990 hasta el 31 de enero de 2024, Colombia ha registrado 12.520 víctimas de minas antipersonales y municiones sin explotar. Y, en 2023, más de 14.700 personas fueron desplazadas o confinadas debido a la presencia de artefactos explosivos en sus territorios. Esto quiere decir que aunque haya territorios que ya son “accesibles” para la población civil, aún quedan rastros de la guerra.


«¿Dónde pasa eso? Eso ocurre en muy pocos lugares del mundo. Que tú tengas que ir en bicicleta pendiente de no pisar una mina”, dice Sinar Alvarado, que ha escrito desde hace mucho tiempo acerca del conflicto armado y que tiene como gran pasión el ciclismo. 


Sinar Alvarado está de acuerdo con que hoy en día el gravel permite llevar a la gente a lugares antes desconocidos, pero no quita la mirada del renglón. Él piensa que uno de los grandes desafíos del gravel en Colombia es la seguridad. “Debemos de poder garantizar que los ciclistas viajen en bicicleta y que sobrevivan a la aventura”, aunque también acepta que, “en la mayoría de las zonas, hoy Colombia es relativamente segura. Y si sabes y te asesoras bien, en la inmensa mayoría de los casos no vas a tener ningún problema”.


La largada

122 ciclistas saldrán hoy temprano desde Choachí, Cundinamarca con una sola misión: lograr atravesar las tres cordilleras de Los Andes en ocho días y sin ayuda externa. Solo con su bicicleta y su equipaje colgado de varias partes del cuerpo de ésta. 


Más de 800 kilómetros de pedaleo.


20 mil metros de ascenso acumulado.


60% de asfalto.


40% de caminos destapados. 


Choachí – Sopó – Anapoima – Honda – Líbano – Manizales – Santágueda – Támesis – Jardin.


El gravel en Colombia ya es una realidad.


fuente https://cerosetenta.uniandes.edu.co/atravesar-tres-cordilleras-en-bicicleta-el-gravel-en-colombia-llego-para-quedarse/